Se trata de reescribir la historia de manos de los que perdieron la guerra en el campo y quieren ganarla en el imaginario de las masas, como un primer paso en el proceso de destrucción nacional ante los esfuerzos incompletos de las oligarquías, elites y burocracias para la reducción de la pobreza y apaciguamiento, como meta del país en su primera etapa republicana 1821-2021.
Las acciones a tomar ya son harto conocidas: garantizar las herramientas legales para la permanencia ilimitada en el poder, demoler las instituciones empezando con su deterioro interno, su desprestigio y desobediencia, reducción y homogeneización de las clases sociales a una sola dependiente del Estado, pulverización de las fuerzas armadas, policías, medios de manipulación social, comunicaciones, redes sociales, educación privada, servicios de salud, comercio internacional, explotación de recursos naturales y cualquier otra forma de expresión de la iniciativa privada completadas con el manejo discrecional de las leyes, reglamentos y demás normas de convivencia y represión.
La sujeción al Estado será voluntaria o por coerción con un objetivo único: copar el poder por el mayor tiempo posible, minimizar el consumo interno y su diversificación, de tal forma que se reduzca la demanda interna de energía, recursos naturales y procesados de origen nacional e importado, elevando la disponibilidad de saldos exportables como commodities al centro industrial hegemónico del país: china, con una población reducida en la calidad de su salud, alimentación, educación, ingresos reales y una economía poco desarrollada y menos aun diversificada, tendrá pocas posibilidades de romper la sujeción política, económica y coercitiva...
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